viernes, 18 de abril de 2014

Pasaporte culinario: Vieques

Entrada del blog y recetas cortesía de Verdelicias.com

Vieques es otro mundo. A solo 30 minutos de la costa este de Puerto Rico, la “Isla Nena” es un refugio para visitantes y residentes por igual. El que llega aquí puede olvidarse de las franquicias de restaurantes y las últimas conveniencias de la vida moderna. Vieques es un lugar de descanso, de conversación entre amigos y de encuentro con la naturaleza y con uno mismo.


Aquí me crié y aquí pasaría mi vida. Mi abuelita Viva nos dejó una casita de playa frente al mar en el área de Bravos de Boston y aunque a veces pienso que me conozco mi islita como la palma de mi mano, siempre me sorprende.

Ya les he contado cómo me la pasaba asechando los patios de mis vecinos viequenses en busca de frutas y verduras. Hoy les cuento más sobre el estilo de vida viequense y lo enriquecedor de su cocina.

Una mañana viequense

Les advierto que aquí los días comienzan temprano. Don Paco se encarga de despertarme con tremendo susto para que no me pierda la salida del sol. Este gallo no come cuento. La hora del café es a las 6:00 de la mañana con pan criollo fresquecito o bizcocho de guayaba de la panadería La Viequense. No hay mejor gasolina para romper a escribir hasta el mediodía o salir a tomar una clase de yoga en el balneario de Sun Bay, al sur de la isla.


El mercado de verduras frente a la General Electric es otra de mis actividades mañaneras preferidas en Vieques. Y cómo se llena. Intento ir antes del mediodía para adelantarme a los chefs de los hoteles locales y surtirme de espárragos, espinaca, mangó, setas y lo que se antoje para una cena refrescante y verde. Los precios tampoco están muy mal.

También te encuentras con vendedores independientes como la Chef Wanda de Bayaonda’s Artisan Breads, quien te ofrece exquisitos panes artesanales de diferentes estilos para acompañar la comida. Hasta te ofrece recetas sin gluten y bajas en grasa. Me encanta especialmente su pan italiano en forma de trenza. Me parece muy elegante para servirlo a la mesa.


Explorando Vieques

Luego llega la tarde y en Vieques es el momento perfecto para explorar. Me encanta reconectarme con la historia de Isla Nena visitando sus barriadas y la vieja base militar del Navy Seabees.

En los terrenos de esta antigua base miliar vivió la familia de mi abuela mucho antes de que llegaran los marinos durante la segunda guerra mundial. Prácticamente todo el pueblo viequense tuvo que abandonar las centrales azucareras como Playa Grande y otras áreas fértiles para moverse al centro en Isabel Segunda.

Comenzó una lucha muy dolorosa por recuperar las tres cuartas partes que fueron invadidas por los marinos. Pero el pueblo persistió su batalla. Se unieron a aliados como Robert Kennedy y Edward James Olmos, y gracias a eso, hoy estas tierras comienzan a mostrar señales esperanzadoras de recuperación. Es una tierra libre para todo aquel que desee conocerla.


El que viene se enamora de la isla. Los árboles tienen colores de ensueño. Troncos rojos, hojas azules, flores tornasol. La bahía luminiscense es la segunda más brillante en el mundo y se encuentran muchísimos tipos de arena, incluso arena negra magnética, como sacada de un cuento de niños.

En mi última visita, mi mamá me llevó también a la Laguna Kiani dentro de la vieja base. Aquí se encuentra, entre otras cosas, un tipo de mangle rojo que según el conocimiento popular sirve para sanar ciertas enfermedades en la piel cuando se prepara en te.

Yo, por si acaso, no me atrevo a aventurarme con semejante coctel, no sea que me vaya en uno de esos viajes locos, pero ahí les cuento para que pregunten. Igual pueden optar por disfrutar de la playa de estrellas o el largo rompeolas de piedra que están muy cerca de la laguna.


Verán cómo este paseo les abre el apetito en poco tiempo. Para eso, siempre traigo conmigo las típicas arepas de coco viequense que tienen un sabor muy sutil y van muy bien con un poco de miel del país y un refrescante juguito agridulce de tamarindo. Más adelante les paso la receta.

Atardecer en Isla Nena

Luego de este rico paseo, una siesta nunca viene mal, al igual que un ratito de blogadera con una piña colada de Duffy’s en el barrio Esperanza. Tienen además una variedad de cervezas artesanales y una vista divina al concurrido malecón.

Más adelante encuentras otro sinnúmero de pintorescos establecimientos como Bilí y Bananas que sirven todo tipo de picaderas y bebidas refrescantes. Mi recomendación es que, si ves pastelillos de chapín en el menú, olvídate de las dietas. No hay cosa más rica. El chapín es un pescado que se come mucho en Vieques, como el chillo o el mero. Ya sea en pastelillos o en filetes frescos, quedan muy ricos con unas gotitas de un pique local llamado Coqui Fire en su variedad de sabores.


A mí personalmente me encanta escribir aquí en Esperanza hasta el atardecer. Siempre ves a personajes muy pintorescos entremezclándose con los turistas y la gente del pueblo. A muchos los conozco por nombre e incluso se quedan conmigo los que ya no están, como Cleto y Rajatablas.

Si no estoy aquí escribiendo y recordando, lo hago desde el balcón de mi casa, desde donde veo la lancha hacia Isla Grande paseándose de puerto en puerto. Mientras escribo también me gusta inventar en la cocina con lo más fresco de la pescadería. A veces escojo jueyes para un arroz o carrucho para un ceviche, pero en esta última visita se antojaron los camarones. Esta vez, los preparé salteados en salsa con espárragos frescos. Más adelante también les dejo la receta.


Esa misma noche me llevé a mi mamá de rumba al hotel Blue Horizon en Esperanza. Tienen que ir. Lo encuentras dentro de una finca bien cuidada donde al anochecer se prenden muy pocas luces para que sus invitados puedas disfrutar de la noche estrellada. Parecería extraño que llevara a mi madre de copas, pero si vieran cómo se la pasó. Mami es mi amiga de siempre cuando las otras van y vienen. Aquí nos dimos tremendos martinis de parcha y un bloody mary de carambola que no tiene nombre. Un poco cargados, pero quién se queja.

No quería que se acabara la noche. Y eso de volver a Memphis no me latía. Ya saben lo duro que es dejar un pedazo de tierra que se quiere tanto. Pero como dice mi madre, la isla eres tú.

En Memphis, New York o la China, siempre disfrutaré caminar descalza, ir al mercado del pueblo o hablar con gente integral. Vivir de manera orgánica consciente de las cosas que importan es una decisión que tomo todos los días, esté donde esté.


Recetas inspiradas en Vieques

Camarones en salsa con espárragos: Sofríe en aceite de oliva un poco de cebolla picadita, pimiento y dos dientes de ajo machacados. Añade recao picadito o cilantro y los espárragos. Cuando los espárragos se ablanden un poco, añade los camarones y sazónalos con sal, pimienta y un sobrecito de sazón Goya. Luego incorpora una o dos cucharaditas de pasta de tomate y un chorrito de vino blanco y agua. La salsa debe pegarse bastante a los espárragos y camarones. Permite que se incorporen bien los sabores y sírvelo con pan criollo tostado con aceite de ajo.

Jugo de tamarindo fresco: Hierve 8 tamarindos en dos tazas de agua y media taza de azúcar morena por unos 8 minutos. Permite que se enfríe y remueve las pepitas de los tamarindos. Luego usa la pulpa y el agua azucarada como base concentrada de tu jugo. Solo añade agua al gusto y más azúcar si lo deseas.

Arepas de coco: Mezcla media taza de ralladura de coco con dos libras de harina, una pizca de nuez moscada, dos cucharaditas de polvo de hornear, dos cucharadas de aceite, una taza de Coco Lopez y una cucharadita de sal. Mezcla bien los ingredientes y déjalos descansar por unas horas. Luego preparas las arepitas y las horneas con unas gotitas de aceite por encima a 275 grados por unos 15 minutos. Luego tienes que virarlas para que se doren por ambos lados. Permite que se cocinen por unos 10 minutos o hasta que se doren completamente. Sirve con miel del país.

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